
En esta inmortal obra maestra española
de la literatura universal, podemos leer las aventuras del ingenioso hidalgo
Don Quijote y su fiel escudero Sancho Panza. En sus diferentes viajes, la
relación de Don Quijote y su escudero va
profundizando hasta el punto que Don Quijote se siente en la obligación de
instruir y formar a su escudero en todo aquello que él considera importante
(forma de hablar, historia, religión, etiqueta, matemáticas…). En una de estas
salidas, ambos llegan a los dominios de un rancio aristócrata de la época que
con el objetivo de mofarse de ambos “chiflados” decide nombrar a Sancho Panza
juez de una de sus villas.
Debía juzgar todos los pleitos de
los vecinos.
El objetivo de todo era reírse de
como un inculto y analfabeto labriego impartiría justicia. Y para sorpresa de
todos (a excepción del propio Don Quijote) resulta que ese pobre labriego
inculto es un juez mesurado, perspicaz, decidido y dotado de un enorme sentido
común y se gana el respeto de esos vecinos.
Aun a pesar de todo, cuando descubre que su señor Don
Quijote vuelve a salir de aventuras, sin dudarlo un segundo, abandona tan
destacada posición, para seguir a su señor y amigo como un simple escudero,
siempre atento a las enseñanzas y locuras de su maestro. No solo hay beneficio
muto en la relación, sino que además hay un sincero afecto.
¿Era Sancho Panza alguien dotado
de inteligencia mal aprovechada?, ¿Don Quijote hubiera sido capaz de descubrir
el ingenio de su buen amigo y si no hubiese molestado en enseñarle?. ¿Se puede
separar ambos conceptos?.
Se puede decir que la relación
entre ambos personajes es una relación productiva (ya que por un lado Don Quijote absorbe
los conocimientos prácticos, sensatos, experimentales de un labriego como San
Panza y el propio Sancho Panza tiene la oportunidad de acceder a conocimientos
a los ni siquiera tendría acceso la mayor parte de la población del momento).
Se puede decir que es un tipo de relación productiva (y positiva) para sus actores y su entorno; ambos son mejores que cuando comenzaron con sus aventuras.
¿Cuántas personas son
capaces de hacer mejores profesionales en sus equipos?. Lo habitual es reducir
la relación a una mera función mecánica (“haz este trabajo, este proceso…
cumple este objetivo… y si tienes alguna duda me llamas…sino…búscate a vida…”
podríamos decir de manera sintética) ¿pero cuántas persona son capaces de
construir un departamento con 5 “despistados” por los que nadie da un duro…?, por ejemplo.
Don Quijote (un loco que se creía
caballero andante) fue capaz de hacerlo hace más de 400 años… y sin internet.
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